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¿Qué pasa cuando llegan los 2 años? La importancia de comprender el proceso de socialización para acompañar los «terribles» dos años. 

La socialización es clave en el desarrollo infantil y se basa en tres aspectos:

1) Identificar mis necesidades

2) Entender las del entorno

3) Encontrar un equilibrio entre ambas.

Desde que nacen, lxs niñxs aprenden cómo funciona el mundo a través de la interacción con lxs adultxs. Pero hoy quiero hablar de 2 momentos clave en este proceso: alrededor del primer y del segundo año.

  1. Los Límites y el Festival del «No»

Cuando lxs pequeñxs empiezan a moverse, lxs adultxs solemos responder con un precioso desfile de noes. No cojas, no chupes, no subas… Y claro, el resultado es que su nivel de frustración sube muchísimo. Para evitarlo:

  • Prepara el ambiente: Evita peligros y reduce los «no».
  • Simplifica normas: Coherencia y claridad.
  • Atiende su curiosidad: Explora con ellxs en lugar de solo prohibir.

Repetir una acción no es desafío, es aprendizaje. Lxs niñxs necesitan comprender los límites a través de la experiencia.

  1. La Etapa del «Mío, Mío, Mío»

Alrededor de los dos años, aparece la identidad propia. De repente, tu pequeñx angelitx se convierte en un Gremlin y parece la única misión de vida es llevarte la contraria. Escuchas las palabras “No”, “Yo», “Mio” unas 180 veces al día. Esta autodeterminación es clave para su desarrollo, aunque nos haga armarnos de paciencia.

Están construyendo su identidad y para ello necesitan

  • Asemejarse a sus referentes: Lxs referentes son guías en su camino.
  • Diferenciarse de sus iguales: Sino, se fundirían con el resto.  El «no quiero jugar contigo» es parte del proceso, y hay que acompañarlo de cerca.

¿Realmente Necesitan Socializar ya?

Pasar 8 horas en grupo no es una necesidad infantil, sino adulta. Les estamos pidiendo algo muy difícil para ellxs. Tenerlo presente nos ayudará a mantener la empatía y la paciencia.

Conclusión: No es personal, están aprendiendo a vivir en el mundo, que no es tarea fácil.

Acompañemos su desarrollo sin presiones ni expectativas irreales. No hay niñxs «buenxs» o «malxs», solo pequeñxs exploradores en un mundo de normas confusas y adultxs intentando sobrevivir.